domingo, 21 de diciembre de 2008

La mujer


Me gusta ese simbolismo de la mujer pintada por Alejandro Cháves, y sobre todo porque está formada por dos peras, una flor y una mariposa; pero además, porque está trabajada con tanta soltura y desenfado. A veces cuando se piensa demasiado en una obra el artista se pone demasiado tenso al hacerla, miestras cuando fluye sin importar lo que salga esa obra se vuelve también flujo creativo.
Me encanta la mariposa pues se desprende de donde está detenida en cualquier momento para alzar en vuelo. Esta, desde un punto de vista semiótico, se convierte en un pivote entre el simbolismo de los senos exhuberantes y la delicadeza de la flor que abre sus pétalos para invitar a catar sus mieles. Además, dicha mariposa está pintada en azúl, por lo que se define signo de la pureza, de lo inmaculado delante a lo pueril del pensamiento humano.
Así deberíamos ser las personas, en tanto todos tenemos que ver con ese simbolismo: todos nacimos de la flor, nos alimentamos de esas frescas y jugosas peras, y volamos del nido para irnos a posar en otra corola y saborear otros númenes que están dispuestos en nuetro andar por las vías de la vida.

El túnel es siempre un desafío




Hay detrás de esa acuarela tan concéntrica, una esperanza muy fuerte pero es siempre un penetrar desafiante, aunque exista luz y fuego, quizás te influencia el Señor de los Anillos, por ese ojo que deseas derrotar y hacer quizás tuyo.
Me encanta la fuerza y proyección de esa atmósfera, esa perspectiva que aunque no comprendamos la penetramos sin temor, eso es un desafío, una regla que no dice mucho y se elimina, un creer que todo está bien pero no es cierto.
"El arte es sólo para locos" dice una novela de Herman Hesse, a veces me parece que tiene razón sin embargo para eso llevamos una arma en la mano que se empuñada por si acaso.
En el túnel jamás se sabe. Es el territorio de lo incierto, sin embargo nos cautiva el no saber qué de la incertidumbre.
Lo concéntrico quizás camine de la mano de lo egocéntrico, eso me parece un discurso aburrido pero redunda en un camino por el cual todos hemos transitado en algún momento de la vida.